Crédito de la imagen: Baifos in the sky |
Me siento agradecido y afortunado por estar aquí, por tener la oportunidad, por haber superado el ¿podré sacarme un máster en inglés, aún sabiendo que es tu segunda lengua? Por tener la suerte de experimentar lo que es estudiar en una universidad americana, por experimentar lo que es la vida aquí (y que cada vez que vea una bandera americana me pare y piense “chacho, estás en los p*tos Estados Unidos”). Siento lo feo de la expresión pero es lo que me viene siempre a la cabeza. El haber tenido la suerte de haber visto lugares increíbles del país, por haber cumplido sueños que desde casa no se pueden cumplir, el seguir conociéndome, mejorando...
PEEEEEEROOOO... Creo que llegó el punto en el que la rutina me está pasando factura. Me cansé del “tanto tienes, tanto vales” de esta cultura que, por norma general, TODO trate de cuánto se cobra al año. No tengo ningún motivo cercano que me ate a esta ciudad llena de coches, fea, sin vida y con un transporte público pésimo e inseguro. No me planteo un futuro cercano viviendo en este gran país, en el que de momento, no me hace ilusión vivir.
En fin, que como ven (o como leen) estoy ya algo cansado de lo mismo. Y sin querer ser injusto o ingrato por todas las cosas buenas que también he tenido aquí, afronto el próximo semestre más como un trámite para sacarme el máster que otra cosa. Con la alegría e ilusión de tener a mi familia aquí para la graduación y el posterior viaje para que conozcan parte del país.
Como dijo en una entrevista un famoso cómico español: “Todavía me queda mucho cielo por conseguir. Yo siempre digo que la vida me sonríe pero siempre estoy esperando a que me suelte carcajadas”.
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