martes, 20 de junio de 2017

¿Qué vimos en Múnich, Viena, Bratislava & Budapest?

Una vez acabada nuestra ruta por Suiza, nos pusimos camino a Munich, lugar donde alquilamos el coche. Dejamos el coche en el aparcamiento de Hertz y dándonos la factura final, nos dimos cuenta de que nos estaban cobrando como 100€ de más. Subimos a la oficina y después de "pelear" un poquito con uno de los trabajadores y después con el que imagino sería su superior, decidieron quitarnos ese cargo extra. Creo que el hecho de decir que después de tantos años alquilando con ellos, jamás había tenido ningún problema y, sobre todo insistir, hizo que nos quitaran ese cargo. Una vez más, el que no llora...

Nos fuimos al centro de Múnich, dejamos las cosas en el hotel y nos fuimos a cenar algo, ya finalmente con precios normales. Una vez con el estómago lleno, que hacía siempre que viéramos las cosas con más claridad y con mejor ánimo, nos dimos un paseo por la ciudad. Bastante sorprendidos con los edificios que nos íbamos encontrando en el camino y con la locura que tenía la ciudad durante la noche. Es súper curioso como la gran mayoría iba bebiendo por la calle, haciendo escándalo y algunos hasta en el suelo acabadísimos y después todos esperaban como niños buenos hasta que el semáforo se pusiera en verde para cruzar la calle aún cuando no venía ningún coche. 

Al terminar el paseo, nos volvimos al hotel para descansar, ya que la "guagua" para Viena salía temprano. 
Cogimos un poco de lluvia en el camino y cuando llegamos a la estación, un poco justos de tiempo, estuvimos un poco perdidos y nerviosos hasta que finalmente encontramos el nuestro. Fuimos con la compañía Hëllo, comodísimos y por 19€ para las cinco horas de camino que tuvimos. 

Llegamos al calor de Viena, nos dimos una ducha para refrescarnos y quitarnos el empane después de las horas de viaje. Fuimos a comer el famoso Wiener Schnitzel a Figmüller (lugar recomendado por TripAdvisor). El Wiener Schnitzel o escalope vienés es un plato típico austriaco de ternera empanada, al que se le suele poner limón por encima, aunque yo preferí ponerle un poco de mayonesa. El filete era grandísimo y la verdad que te quedabas muy satisfecho una vez terminado.

Al terminar, nos fuimos a otro de los lugares emblemáticos de la ciudad, el Café Central. Una cafetería preciosa a la par que lujosa, que es considerada de atractivo turístico para muchas de las personas que visitan Viena. Nos tomamos un Café Melange y uno de sus deliciosos pastelitos de chocolate con helado de vainilla.
Continuamos de ruta por la ciudad, ya con más tranquilidad que cuando estábamos en Suiza, que íbamos de un lado para otro para poder hacer el recorrido que teníamos planeado. Nos sentábamos un rato, nos sacábamos las fotos más tranquilos, nos informábamos sobre el próximo lugar a visitar en el momento. Mucho más relajados y disfrutando del primer día del viaje estando en pantalón corto.
Durante una de las veces que leía sobre Viena había encontrado que se podían conseguir tickets a la famosa Ópera Estatal de Viena por 3 y 4€ estando de pie. Entramos al recinto y preguntando sobre tickets para esa noche, nos comentaron que no quedaban de los normales pero sí de los de 3 y 4€, que por lo visto mucha gente no es consciente de esa posibilidad. Pues eran las 6:15pm y el Lago de los Cisnes empezaba a las 7, la idea era quedarnos pero como estábamos en pantalón corto, después de dudar si sí o si no, decidimos ir rápido al hotel a cambiarnos para ver si llegábamos justo a tiempo. Cogimos un Uber, es una compañía súper conocida que básicamente funciona como un taxi pero que los que trabajan son personas particulares, y la empresa se lleva una comisión del trayecto. La conocí por primera vez en Chicago en el encuentro Fulbright que tuvimos y es una pasada. Empresa internacional enorme de transporte de personas que no cuenta con ningún coche, ¡ideón! Al caso, llegamos a las 7:04 y nos tuvimos que esperar al descanso de la obra para entrar, una vez dentro, ESPECTACULAR. ¡Vaya lugar! ¡Vaya obra! ¡Qué pasada por dentro! Aunque experimentarlo, vivirlo, el estar ahí y sentirte parte de ello no tiene comparación, creo que la foto permite hacerse una idea de la realidad. Un poquito antes de terminar nos salimos y cenamos en un puesto perritos calientes con salchichas típicas. Nos los comimos en un mirador/plaza con vistas al edificio de la Ópera. Barriguita llena y corazón contento, ¡diazo!

En nuestro séptimo día del viaje, recorrimos algunos de los lugares de Viena en los que no habíamos estado y cogimos un tren para ir a Bratislava, capital de Eslovaquia. La primera vez de mi hermano en tren, siento que el recorrido no haya sido el más bonito para él pero marcando una experiencia nueva. Ya vendrán mejores, lo que a ver si con mejor compañía =D.

En una hora llegamos a Bratislava, hicimos el check in en el hotel y como ya era mediodía fuimos a comer. El lugar ya estaba claro, otra viajera galdense me había recomendado probar los gnocchis con queso y bacon en el Flag Ship Restaurant. Pedimos eso y una bandeja de carne, todo riquísimo y para el lugar y la cantidad de comida que nos sirvieron, baratísimo. 
Una vez ya teníamos los depósitos de glucosa llenos, nos pusimos de paseo por la ciudad. Personalmente, creo que Bratislava es una ciudad que se ve en uno o dos días máximos, el centro histórico es bastante pequeño y todo se puede ver caminando en unas cuantas horas. Todo depende del ritmo que cada uno lleve pero para nosotros, en un día nos bastó para ver las principales atracciones de la ciudad y, sin duda, nos quedamos con el castillo y la Iglesia Azul. Mientras le sacábamos unas cuantas fotos apareció una señora preguntándonos si hablábamos inglés, y nosotros, pensando que nos iba a preguntar algo sobre algún lugar, nos contó TOOOOODA la historia de la iglesia.
Para cenar, miramos en TripAdvisor por recomendaciones de algún restaurante tailandés y acabámos yendo a Green Buddha. Pedimos Pad Thai y Pollo al Curry, que estaba picante no, lo siguiente a eso. El restaurante muy acogedor, con luces bajas y decoración oriental. Terminamos la noche con un helado para quitar el gusto picante y caminando al hotel para bajar la comida.

Al día siguiente, nos levantamos pronto para ir a desayunar y buscar la estación de guagua para ir a Budapest, nuestro último destino. Después de cuatro horas de trayecto, más 15 minutos de taxi que cogimos, llegamos a nuestro hotel. Tuvimos que cambiar algunos de los euros que teníamos a florines  (forintos) húngaros para poder pagar el taxi. Una vez llegamos, pudimos comprobar que los precios eran de los más barato del viaje.

El ritmo de viaje que llevamos está pasando factura, entre levantarnos temprano por la mañana más todas las caminatas que estamos haciendo decidimos tomarnos un día muy relajado. Buscamos un lugar para comer en TripAdvisor (no me llevo comisión por la promoción) y acabamos en Bors Gazstrobar. Un lugar pequeño de bocadillos y sopas riquísimo, a precio muy barato y que aunque no tenía mesas, había una barrita. Muchas de las personas se los comían fuera o se iban a algún otro lado a comer, como hicimos nosotros, que nos fuimos a un parque cercano. Lo que llevan los bocadillos está escrito en inglés y húngaro pero las sopas solo están escritas en su idioma. Si hablas inglés, no tendrás ningún problema, ya que todos los trabajadores, además de ser muy simpáticos y serviciales, sabían inglés perfectamente. Lugar con un clima auténtico y tranquilo. Algunos de los nombres de los bocadillos eran: el Barack Obama, Thai Massage o French Lady.

La zona en la que nos estábamos quedando estaba súper céntrica y aprovechamos para dar un pequeño paseo por la zona, nos tomamos un cafecito y mientras, mirábamos los típicos artículos de "qué visitar en Budapest en 2/3 días" o "what to visit in Budapest". Mi hermano miraba en español y yo miraba en inglés, como si la ciudad fuera a cambiar las atracciones que tenía por mirarlo así...

A la noche, fuimos a ver el Budapest Eye, que es una noria grande en la que se puede apreciar unas bonitas vistas de la ciudad. Intenté hacer unas cuantas fotos nocturnas con el obturador abierto más tiempo de lo normal pero no quedé contento con el resultado de ninguna. A ver si me pongo a mejorar ese tipo de fotos y voy sacando cositas diferentes. 

Ya cuando empezó a apretar el hambre nos fuimos a comer a un lugar famoso de hamburguesas que se llama Lucky 7, vaya espectáculo de hamburguesas, buenísimas. Cerramos el día con un corto paseo por el río y de vuelta al hotel.
La ciudad está dividida por el río Danubio, a un lado se encuentra "la ciudad de Buda" y al otro "la ciudad de Pest", nosotros dormíamos en Pest. Vimos lo que nos quedaba de Pest, destacando la Ópera Central de Hungría, el Mercado Central (donde compré algunos recuerdos) y, como lugar más impresionante, el Parlamento de Budapest. 

Una vez visto el Parlamento, teníamos como lugar de destino el Castillo de Buda, pero con la idea de ir parando en cada lugar que nos gustara en el camino. Caminamos durante horas esa mañana y una vez estábamos en la base del castillo, subimos cogiendo el funicular. Aunque el Castillo de Buda es bastante imponente, claramente me quedo con lo alucinante de la arquitectura del Bastión de Pescadores.

Una vez visto una gran parte de Pest, siempre se suelen quedar algunas cosas por ver y nosotros tratamos de priorizar basándonos en el tiempo que tenemos y lo que nos llama más o menos la atención, bajamos a coger un taxi al hotel. Íbamos con el tiempo ajustado para entrar a los baños termales de Széchenyi, teníamos hora de entrada a las 5 y queríamos aprovechar las horas de sol para disfrutar de la tarde. El balneario es uno de los más grandes de Europa y cuenta con 15 piscinas, 3 exteriores y 12 interiores, más salas de saunas, baño turcos o cabinas para masaje. Para mí, lo mejor de todo, es estar bañándote fuera o estar relajado en la hamaca y ver los preciosos edificios que te rodean. En el interior, una de las piscinas es una pasada: los arcos, las columnas y la luz te hacen transportar a otra época. Fantástica forma de terminar la tarde.

Nos volvimos al hotel, dejamos las cosas y nos fuimos a cenar al restaurante italiano Al Dente. Llegamos 20 minutos antes de que cerrara y estaba llenísimo. De hecho, tuvieron que decirle a un grupo de 7 personas que no tendrían tiempo para ellos. También es verdad que se pusieron demasiado insistentes con la camarera. Nosotros nos acercamos para decirle que si tenía alguna posibilidad para dos personas, genial, si no, pues que no pasaba nada. Estaba claro que la chica estaba estresada y tratamos de ser lo más comprensivos posibles. Al final, acabó haciéndonos un hueco y cenamos pizza y lasaña. Cuando ya cerraban y estaban limpiando, uno de los trabajadores puso el disco de Born to do it de Craig David, que de hecho llegó a mis oídos en el año 2000 por mi hermano. Siempre ha sido un clásico y creo que su mejor disco con canciones como "7 days" o "Walking Away", de mis favoritas de siempre en general. Y así acabó nuestra última noche en Hungría.

En nuestro último día, fuimos a desayunar por ahí y nos pasamos toda la mañana haciendo algo que ya contaré más adelante. Después de eso, comimos una cantidad exagerada de comida turca por un precio de risa y nos fuimos al aeropuerto. Traté de buscar la compañía que ofrecía este transporte por un muy buen precio y de manera directa pero debe ser que borré los correos donde tenía la información de la compañía. Me hubiera gustado promocionarlos porque era una empresa que llevaba solo 3 meses funcionando y ofrecían transporte directo al y desde el aeropuerto al centro de Budapest, algo que no es posible a no ser que pagues una cantidad bastante alta o cojas dos guaguas para llegar, más el tiempo exagerado que se tarda en llegar.

Con esto, y después de cuatro horas de vuelo llegamos a Madrid a las 12 de la noche. Dormimos en casa y al día siguiente, le regalé a mi hermano un masaje (y yo me di otro) por el día de su cumpleaños y después nos fuimos a comer al Goiko Grill, que después de haber probado este fin de semana las de Hamburguesa Nostra, creo que se llevan (de momento) el galardón a la mejor hamburguesa de Madrid.
Dejé a mi hermano en el aeropuerto para ir a Gran Canaria y ahí se separaron nuestros caminos. Yo, para seguir asándome de calor en la capital y seguir luchando por lo que quiero. Y él, para volver fresco al paraíso después de unas vacaciones por Europa.

Como cierre de estos diez días juntos viajando por ahí, quiero decir que me siento agradecido una vez más por tener la oportunidad de viajar, de conocer mundo y de seguir creciendo. Esta vez, junto a mi hermano, en una experiencia total y que seguro, en cualquier otra parte del mundo, volveremos a repetir.






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