Justo minutos antes de aterrizar me pregunté que qué era lo que se me había perdido a mí en Nueva York. Que qué hacía yo cogiendo un avión durante dos horas y media de casa a Madrid y otro de ocho horas cruzándome el mundo. Y la verdad es que aún no tengo muy claro muy bien porqué pero lo que es un hecho es que hacía tiempo que no sentía este cosquilleo en la barriga. Si tuviera que compararlo con algo sería con esa extraña sensación que te da antes de las primeras citas. Una mezcla de curiosidad, miedo e ilusión.
Una vez en el centro, parece ser que es la primera vez que salgo de casa, todo me sorprende, no sé para dónde ir ni mirar, todo es grande, alto y extravagante. Me siento perdidísimo y lo único que me viene a la mente es "qué pasada".
Después de tres días, me sigo preguntando cuánto tiempo llevará acostumbrarse a esta locura, cuánto tiempo llevará ver todo esto como algo normal… Mientras tanto, sigo viendo cosas, conociendo poco a poco a la gente con la que compartiré este verano y esperando que pase todo este cansancio que algunos llaman Jet lag.
No hay comentarios:
Publicar un comentario