martes, 31 de octubre de 2017

¿Qué hacer en Dubái en 4 días?


Mi aventura en Asia comenzó, después de pasarnos todo el día entre vuelos y escalas, en Dubái. Aquí cuento lo que hicimos durante esos cuatro días en los Emiratos Árabes.
PRIMER DÍA: DUBAI MALL, BURJ KHALIFA, FUENTE NOCTURNA.

Llegamos a las cinco de la mañana a Dubái después de 20 horas viajando. Investigamos sobre cómo llegar al centro de la forma más económica,  en este caso, por metro o guagua. 

Tanto para uno como para otro hay que comprar unas tarjetas de transporte que valen 25 Dirhams (casi 6€) y el trayecto cuesta en base a la distancia o zona. Del aeropuerto al centro fueron 3 Dirham (como 75 céntimos de Euro).  Durante todo el viaje, lo máximo que cobraron fue desde nuestro hotel (Dubai Palm Hotel) a la zona del Burj El Arab, el hotel con forma de vela y que es el único con 7 estrellas en el mundo, pagando 7,50 Dirhams (1,70€). Rápido, claro, limpio y sencillo de utilizar, aunque en nuestro último día, viéramos lo caótico que puede llegar a ser también.  Y es que parecía el metro de Tokyo por cómo la gente se empujaba para entrar.

Llegamos al hotel a las siete de la mañana y no teníamos el check in hasta las doce del mediodía. Ofrecimos pagar un poco más para entrar antes pero nos dijeron que hasta las doce no se podía hacer nada, por mucho que supieran que llevábamos todo el día viajando. Así que tratamos de dar un paseo para comer algo y todo estaba cerrado. Hasta que después de seguir caminando un rato más encontramos un supermercado 24 horas y compramos algo de comer y beber. Después de eso, nos volvimos al hotel porque el calor a esa hora de la mañana ya era sofocante. Nos sentamos en un sillón y allí mismo, sentados, nos quedamos dormidos. Por fin, y después de más de cuarenta siestas de “dos minutos y medio” llegaron las 12 y pudimos entrar a la habitación.
Hotel Palm Dubai
Nos dormimos tres horas, nos preparamos y salimos al Dubai Mall y Burj Khalifa, que tienen su propia parada de metro y están el uno al lado de otro. El transporte desde el hotel nos costó 5 Dirhams (un poco más de un Euro).

Con un tamaño de más de 50 campos de fútbol, con una pista de hielo de tamaño olímpico, una cascada de tres pisos, un acuario enorme y con más de 1200 tiendas, no me sorprende que sea el centro comercial más grande del mundo. Menuda barbaridad, impresionante.

Una vez sales, con nada más y nada menos que 858 metros de altura, se encuentra el Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, con el ascensor más rápido del mundo, y que sube 124 pisos en exactamente 60 segundos. Siento que en este país todo es “el más (introduce aquí lo que quieras) del mundo”. En la parte de fuera de tanto del centro comercial de Dubái como de esta maravilla de la arquitectura imposible,  se encontraban las famosas fuentes. Estas fuentes fueron diseñadas por los mismos ingenieros que diseñaron las fuentes del Hotel Bellagio en Las Vegas y que atraen a miles de turistas cada día a esa ciudad, también creada en medio del desierto. No podría decantarme ni por las de Las Vegas ni por las de aquí, porque ambas tienen su encanto y son un espectáculo para los sentidos, pura magia ver el agua bailar al ritmo de la música.
El horario es de seis de la tarde a once todos los días, y ocurre cada media hora. Por las mañanas, solo a las 13:00 y 13:30, y si es viernes, también otra vez a las 14:00.

SEGUNDO DÍA: VISITA A ABU DHABI, MEZQUITA SHEIK ZAYED.

En nuestro segundo segundo día, vamos camino a Abu Dhabi, por 50 Dirhams (12€) por un billete de ida y vuelta, y usando la misma tarjeta NOL de transporte de la RTA. El trayecto tarda aproximadamente dos horas, en las que tanto Dany como yo nos quedamos dormidos. El aire acondicionado va bien fresquito, aunque esta vez, soportable.

Una vez llegados a la estación principal de guaguas de Abu Dhabi, nos metimos en un centro comercial a comer y así aprovechar para coger algo de wifi y buscar en el mapa cómo llegar a la preciosa, increíble, fantástica y extraordinaria Sheik Zayed Mosque. Espero no quedarme corto con calificativos de tan bonito lugar. Como el precio de la gasolina es de risa en los Emiratos Árabes, los taxis suelen ser bastante baratos, aunque no por ello no te la intentan hacer. Pagamos 33 Dirhams (7,50€) por un trayecto de 35 minutos. El conductor, futbolista nigeriano frustrado que vino a Abu Dhabi a probar suerte en el mundo del fútbol, al darnos el cambio, lo hacía muy lentamente y entregando el dinero “poquito a poquito” para ver si así nos quedábamos contento con el cambio de menos y nos íbamos dejándole ese dinero extra. Le dijimos que nos faltaba cambio, nos dio algún billete más, y volvía a hacer lo mismo. Hasta que ya nos pusimos serios y nos devolvió todo el cambio que nos correspondía.

Durante el camino ya se veía la inmensidad de la mezquita, siendo la mayor mezquita que hay en los Emiratos Árabes y la número 15 en el mundo.  Una vez frente a ella, te das cuenta de la genialidad de los arquitectos para diseñar tremendo edificio. Su cubierta es de un color blanco puro debido al mármol traído de Macedonia y decorado, por muchas partes, con motivos florales y oro. La mezquita cuenta con un corredor cubierto con infinidad de columnas, un patio interior (el que nos pareció sumamente fotogénico) y otro exterior con fuentes y pequeños estanques de fondo azul.  Además, cuenta con varias salas de abluciones justo al lado de los baños. La sala de rezo principal cuenta con una alfombra de 5627m2, siendo la alfombra más grande del mundo…¿recuerdan eso de que aquí todo es lo más…del mundo? Pues otro ejemplo más.
En cuanto a la vestimenta, siempre hay que llevar ropa adecuada y respetuosa. Para los hombres, hay que llevar pantalones que cubran, al menos, hasta la zona de las rodillas y siempre con camisetas con mangas, ya sean cortas o largas. Una vez pasas una determinada zona, hay lugares para dejar el calzado y se entra descalzo.  Para las mujeres, deben estar totalmente cubiertas, manga larga, pantalón o vestido largo (no vestimenta apretada) y también hay que cubrirse el pelo.
En caso de no llevar ropa adecuada, ellos te prestarán algo allí, tanto a chicos como a chicas. Nos hubiera gustado no haberla llevado puesta y así nos hubieran tenido que prestar una de sus molonas vestimentas. Así que tomen nota si quieren vestir algo típico, eso, o comprarla en uno de los muchos puestos que hay en los zocos de Dubái a un bajo precio.

Tres veces nos llamaron la atención: la primera, porque en la parte de los estanques y con vistas desde fuera de la mezquita nos estábamos haciendo unas fotos con las manos abiertas (imagino que porque puede simbolizar la cruz, fuera de su religión). Una vez en el patio principal, por hacer símbolos en las fotos (el típico “hang loose” o típico gesto que hacen los surferos o nuestro ídolo futbolístico Ronaldinho) y, por último, por llevar cargando las sandalias en la mano en lugar de haberlas dejado en los lugares correspondientes. Tres lavadas de cara en aproximadamente tres horas en la mezquita. ¡Vaya vergüenza!
Tampoco se puede besar (eso no fue problema estando con Dany), tampoco puedes abrazarte a alguien (ni siquiera pasarse la mano por el hombre para una foto), ir de manos ni sacarle foto a alguna mujer musulmana sin su permiso.  Nos sorprendimos un poco con lo estrictos que eran. Me pregunto si aplican todo este protocolo para la vida y respeto hacia lo ajeno cuando visitan otros lugares… En cuanto a nosotros, nos estamos rigiendo (por lo general) por la frase que Pablo me dijo en Holanda cuando estábamos en la sauna del gimnasio y estaban todos desnudos, “allá dónde vayas haz lo que vieres”.  Aprovecho desde aquí para mandarle un saludo tanto a él y a Chiara y que como cada año, nos tocará vernos por Junio (espero que sí y vengan a visitarme por aquí).

Tanto el aparcamiento, como la entrada y los tours guiados (en inglés) son gratuitos.

TERCER DÍA: DUBÁI

Entre que nos pusimos a hablar sobre el día y que, finalmente, decidí raparme a la bola, nos dieron las seis de la mañana, así que nos levantamos bastante más tarde de lo esperado.

El plan para el tercer día fue ir a la playa Umm Suqein, que es la playa pública que está justo al lado del hotel Burj Al Arab. Al Burj Al Arab se le conoce como al único hotel de siete estrellas del mundo, aunque no haya sido el propio hotel el responsable de calificarlo como tal. Dicen los afortunados que han podido quedarse que su trato es exquisito y, que como todo en Dubái, el lujo es su seña característica.
Nosotros nos conformamos con unos bañitos, un precioso atardecer y muchas risas. Totalmente recomendado y, además, ¿qué mejor manera para refrescarse de temperaturas de hasta 45ºC que con un bañito? Lo único que le falta a la playa es un chiringuito para poder comprar algo de comer y beber, de resto, merece mucho la pena para pasar una tarde por allí.
Para llegar aquí cogimos el metro, nos bajamos en la parada Emirates Mall y nos echamos a caminar. Fueron como 30 minutos caminando para llegar a la playa bajo un calor infernal. La vuelta, después de pasarnos por un zoco cercano y tomar algo, la hicimos en taxi.

No estuvimos por la zona del Jumeirah Palm, la isla artificial con forma de palmera pero seguro que en algún momento volveremos. Queda pendiente en “la lista de cosas por hacer” tirarse en paracaídas justo sobre ella. El precio es de 450€, así que de momento, prefiero vivir un mes extra por Asia que darme ese lujo.

Si se quiere visitar la isla, solo se permite la parte central pero no las ramas, estas últimas solo para residentes.

CUARTO Y ÚLTIMO DÍA: ZOCOS DE DUBÁI Y SUBIDA BURJ KHALIFA

Nos levantamos tempranito, ducha y bajamos a dejar las mochilas en consigna. Volveríamos a recogerlas antes de coger el taxi al aeropuerto.

Salimos en dirección al barrio viejo de Dubái (parando en la estación Al Ras). Una vez allí nos dirigimos al zoco del oro que, como su nombre bien indica, está lleno de... cientos de vendedores que querrán venderte falsificaciones: polos y camisetas de marca, bolsos, gorras, relojes… Pero sí, también hay oro, MUCHO ORO. Desde colgantes, cadenas, pulseras, hasta pecheras y el anillo con el Récord Guinness al anillo de oro más grande del mundo. Tremenda animalada de anillo y, ojalá la foto pudiera recoger lo impactante que es en persona.


El famoso anillo
Después de eso, nos dimos un paseo por el zoco textil y el zoco de las especias, que ambos se encuentran cercanos al del oro (el más cercano a la estación de metro). Aunque estuve en Estambul (aquí dejo el enlace del post de cuando estuve por allí), no estuve en el Gran Bazar porque cerraba el día que fui, es conocidísimo por la cantidad enorme de puestos de especias, entre otras muchas más cosas. Los que han tenido la suerte de disfrutar de él, dicen que ni de cerca se parece al de Dubái, siendo este mucho más pequeño y menos variado.

Al terminar, paramos a comer algo en el Dubai Mall y nos fuimos al Burj Khalifa, estando el acceso dentro del mismo centro comercial. Teníamos entrada para las cuatro de la tarde. En cuanto a los tickets, se recomienda siempre que se compre con antelación para no quedarte sin uno el día que quieres entrar. En este caso, planearlo con antelación para así disfrutar de esta atracción de “alto” nivel. Hay diferentes tipos de entradas, una que te permite acceder a los pisos 124+125 (que es la que cogimos nosotros y el lugar desde el que sacamos la foto) y otra que te permite llegar hasta el piso 148.  La entrada que nosotros cogimos, tiene dos variantes dependiendo de la hora, si se coge entre las 8:30 de la mañana y las 2:30 de la tarde vale 120 AED (32€) y si se compra a partir de esa hora, sale como 45€. Esto se debe a lo que ellos denominan “prime hours”, me imagino que cobran más porque es el momento en el que llegas de día, ves el atardecer y después ves las vistas también de noche. Como el tiempo en el que te puedes quedar arriba es ilimitado, nosotros cogimos justo la hora previa a las famosas “prime hours” y esperamos un ratito más arriba para así poder ver el atardecer, y también las vistas de la noche. Con esto, nos ahorramos algo de dinero y cumplimos con el objetivo que queríamos de ver las vistas en esos dos momentos, además de otro bonito de atardecer. Últimamente, y creo que desde empecé a “aficionarme” un poco más a sacar fotos, estoy bastante obsesionado con los amaneceres y atardeceres y la magia que tienen algunos.
Una vez arriba, aprovecha para coger algo de wifi si tienes que matar algunas horas para actualizar las redes, hablar con tu gente (nosotros hicimos Facetime desde arriba unas cuantas veces), planear algo del viaje o de tu estancia y, ¿cómo no? para sacarte todas esas fotos que te apetece, siempre y cuando tu amigo no sea el vértigo.

Al llegar la noche, nos dimos cuenta del espectáculo de las fuentes cuando ya había empezado, así que tuvimos que esperar otra media hora para verlo de noche, pensando que íbamos a tener tiempo sobrados para volver al hotel y después al aeropuerto con tranquilidad. Nada más allá de la realidad, sí que estuvo genial verlo todo desde arriba pero la cola que había para bajar era tan larga, que después tuvimos que correr (mientras la gente nos miraba) por todo el centro comercial hasta el metro. Subiré un time-lapse más adelante para que se vea lo larga que es la distancia entre el metro y el centro comercial, aun estando conectado al mismo.

Llegamos al hotel, cogimos las mochilas en consigna, paramos a un taxi y al aeropuerto.

¡LLEGAMOS A TIEMPO!

¿QUÉ QUEDÓ POR HACER?
Como en el tercer día se nos fue un poco de las manos el irnos a acostar tan tarde, no estuvimos por la zona del Dubai Marina, ni dentro del Emirates Mall, donde se encuentra la pista de esquí indoor más grande del mundo.

DATO CURIOSO.

La presencia de diferentes zonas divididas en transporte público para mujeres y niños, y por otro lado, los hombres.

Si quieren ver más fotos o seguir las historias de mi aventura en Asia, pueden seguirme en mi perfil de Instagram: @agarciamen

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